La sensibilidad propioceptiva es la que nos informa de manera subconsciente de la posición de nuestro cuerpo y de la relación biomecánica con su entorno, siendo imprescindible para mantener la coordinación y el equilibrio. La propiocepción se ve alterada tras sufrir procesos traumáticos, reumáticos o neurológicos. Recuperar la propiocepción es imprescindible para evitar el uso inadecuado de nuestro aparato locomotor, facilitando una recuperación completa y disminuyendo la frecuencia de recaídas.